20 abril, 2012
Quiero estudiar Matemática...
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23 julio, 2011
El talón de Aquiles en Educación
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07 mayo, 2011
Historia y subjetividad
Me siento como invadiendo un espacio ajeno. Sin embargo, por alguna razón me es permitido escribir entradas, por lo que aprovecharé la ocasión.
Conversaba hace unos días con un compañero y un profesor acerca de la necesidad de un marco teórico coherente, que no consistiera en la mera aplicación de un modelo de análisis a una realidad específica, sino que diera cuenta de los conceptos y el lugar de enunciación particulares del investigador. No podemos escapar de nuestra responsabilidad de decir desde dónde nos situamos, bajo qué lentes revisamos los documentos, cómo los criticamos, cómo nos definimos. La pretensión de una historia objetivista ya presume un absurdo. ¿Puede el historiador salirse de su cuerpo al momento de escribir? ¿Salirse de su cultura, de sus gestos, de sus mañas? ¿Cómo negar nuestras subjetividades al momento de escribir la Historia? Creo que la práctica historiográfica en general -con claras e importantísimas excepciones- se ha cargado con el vicio de no definirse a sí misma, antes de definir la realidad de la que quiere dar cuenta.
Hace algún tiempo, con otro profesor, y en un ámbito completamente distinto, surgió la discusión acerca de por qué un niño debería aprender historia. A pesar de que no pretendo hacer clases en colegio en un futuro próximo, aunque tal vez eventualmente sí, la pregunta me parece sumamente interesante si me planteo como educadora, pero en el sentido de mi propia práctica historiográfica. Más allá de la educación de ciertos procesos cognoscitivos específicos que puede significar la enseñanza de historia, como capacidades de análisis social y cultural, la educación en historia debe tener un carácter desnaturalizador. La enseñanza en historia debe dar cuenta de la complejidad de las construcciones humanas, así como también de su fragilidad. El profesor debe ser el demoledor de edificios, que rompe las categorías y las desmenuza, para su detallada comprensión. Es un esfuerzo sumamente fundamental: nos ahorraría esta terrible ideologización nacionalista que heredamos de la dictadura, y otras formas de arbitrariedades e intolerancias muy presentes en la sociedad actual.
En el momento en que el historiador/profesor traza la historia, debe estar dando cuenta de las subjetividades del otro, y las subjetividades de sí. Dibujar la realidad histórica como un cuadro de colores propios, significantes, complejos, teñidos de la convicción de sus saberes, sus historias, sus experiencias; colores que siempre provienen -inevitablemente- de la paleta del investigador mismo, de los colores de la contemporaneidad.. Así, la realidad histórica no es una imagen fija, ni fría, ni inocente, sino que es el resultado de nuestra comunicación con los muertos. Y como todo diálogo, la conversación que tenemos con el pasado a través de nuestro relato es una tarea de dificultosa traducción. Los historiadores somos unos intérpretes: traducimos los ecos del pasado a un lenguaje propio, comprensible, como quien conoce otro idioma.
Sólo creo que en este esfuerzo de traducción, se hace imperativo mostrar nuestros diccionarios: desde dónde hablamos, y cómo interpretamos lo que vemos. Es un esfuerzo sumamente crítico, sobretodo de uno mismo. El historiador/profesor está cargado de prejuicios, de naturalidades, de obviedades, de arbitrariedades, ¡cómo no vamos a guiarnos según nuestro marco cultural! ¡El investigador también está inmerso en una lógica propia, en un mundo propio! ¿Podemos abstraernos a nosotros mismos de la Historia, si somos nosotros quienes la escribimos?
Así, ya que es inevitable integrarnos como enunciadores, debemos imperiosamente definir cuál es exactamente nuestro lugar y perspectiva, y asumir así, nuestras subjetividades a la hora de establecer el análisis.
Una historia así de honesta sólo puede servir a un propósito: desnaturalizar las construcciones humanas, dotando a la humanidad de la capacidad de modificar la realidad a su arbitrio, y no permitirse ser dominado ni coaccionado por estructuras rígidas predeterminadas. El problema es que nuestra educación impuso la noción de "verdad" en el ejercicio histórico, cuando en realidad deberíamos hablar de las múltiples verdades posibles, infinitas, y todas igualmente coherentes, y por tanto, "reales".
Parafraseando a Salazar, el problema es que la historia ES, mientras que debería ESTAR SIENDO. Y en la medida que podemos, a través de la historia, demostrar que la vida humana es infinitamente subjetiva, vamos a estar otorgando herramientas para que las personas (me refuso a definir a la humanidad como el Hombre) puedan hacer de sí y de su sociedad lo que sea de su voluntad. Olvidémonos de la verdad, de lo "natural", de lo obvio. El mundo puede ser lo que queramos hacer de él.
Y esperemos hacer uno más equitativo, y sobretodo, más libre.
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29 marzo, 2011
Carta enviada por el Padre Gerard Ouisse, en el nombre de la comunidad cristiana San Cayetano de La Legua, al Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter
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21 mayo, 2010
“Podemos estar felices de saber que el futuro nos pertenece completamente” Hitler
Cada vez que enseño esta materia me pasa lo mismo. Me quedo pensando por lo bajo, ensimismada, preguntándome lo que miles de personas antes que mi ya se han preguntado sin obtener respuesta, o al menos no una satisfactoria ¿cómo fue posible que dejásemos que las cosas llegaran hasta ese punto?
Los comentarios de mis alumnas no varían mucho “pero profe, la gente tenía miedo, es comprensible que lo apoyaran”, “los hipnotizó, porque les prometía las cosas que ellos necesitaban”, “no tenían trabajo, tenían hambre, hijos que alimentar” “fueron tan injustos con ellos al momento de otorgar los castigos”
Me cuesta levantar el dedo y acusar, principalmente porque me ensañaron que jamás, jamás, un profesor debe mostrar sus subjetividades, ¿quiénes somos para ir por la historia diciendo quienes fueron buenos y quienes malos? Pero me cuesta más que nada porque no sé que habría hecho yo en el lugar de ellos… el que esté libre de pecado que lance la primera piedra.
¿Los propios sufrimientos bastan para exculpar a todo un pueblo, e incluso al mundo entero de desatar el infierno sobre la tierra?
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01 noviembre, 2009
Que se entienda bien: nadie esta por sobre la Ley
Me parece que hay ciertos temas sobre los cuales es difícil escribir porque me parecen medio chulos y la idea de este espacio es para reflexionar acerca de la educación y otros testimonios. Muchos podrían indignarse al saber que me estoy refiriendo al caso de la familia guardadora, pero todo lo que ha rodeado el caso me parece rasca, calificable de una palabra que no me gusta y que de hecho, esta es la primera vez que uso: farandulero.
Sin embargo, hay ciertas cosas que me indignan. Empezando por el hecho de tener la necesidad de escribir esto.
¿Hasta cuando nos comportamos como si estuviéramos inaugurando el siglo XIX? Veo como se alega en la defensa de la Ley, y se señala con el dedo a estas malas personas que se saltaron la fila y prácticamente se robaron a un bebe, que de la noche a la mañana todos quieren. Si lo único que falta es que aparezca la mamá biológica y reclame al bebe que dio en adopción.
El sistema público otra vez. El famoso SENAME y la Sociedad Chilena de la Adopción. ¿Por qué, habiendo tantos postulantes a papás, en ocho meses no se encontró a ninguno? Sin embargo, a días de destaparse el caso, ya han aparecido dos familias. Es como si quisieran restregarles en la cara a los papas de Matilde su falta y dejarles bien claro que, aunque tengan que tirar la guagua al Mapocho, de ellos no será, como si estuviéramos hablando de un capricho, de una pataleta o de una pelea de cabros chicos. Así educan las instituciones públicas en nuestro queridísimo país, total, la letra con sangre entra.
Me indigna. Principalmente porque sé que se saldrán con la suya y ese bebe quedará en su inconsciente con la sensación de abandono, nuevamente, de sus papas. Me la imagino preguntándose por qué la dejaron con gente desconocida, donde se metió la mamá, el papá, que nunca más aparecieron; donde están sus cosas, el olor de su hogar, el calor de su mamá, sus juguetes…
Todo sea por el cumplimiento de la normativa vigente. Nadie está por sobre la Ley, que le quede claro a todo el mundo; no vaya a ser cosa que este caso siente precedentes. Parece que a nuestro decimonónico sistema público se le olvida que las leyes están hechas para regular nuestro comportamiento en sociedad, pero que no son inmutables, los comportamientos cambian y en base a ello deberían cambiar las leyes, pero principalmente, deberían cambiar en base a la finalidad esencial que debe tener toda ley: procurar el bienestar y la felicidad de los miembros de una sociedad, sobre todo si son niños.
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12 febrero, 2009
Una Segunda Oportunidad sobre la Tierra

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18 noviembre, 2008
Hay cosas que nunca voy a entender
Hay cosas que nunca voy a entender, por ejemplo ¿Cuál es la definición correcta para el tan vilipendiado concepto "falta de respeto"? ¿En qué momento los profesores nos arrojamos el derecho de definición unilateral y consuetudinario? Obvio, no vaya a ser cosa que necesitemos alterar la definición a último minuto, como tantas otras cosas que alteramos sin asco.
El otro día un profesor joven (para más remate) emitía, cual dios del Olimpo, tajante su nuevo descubrimiento: "A esta niñita la anoté por estar durmiendo en clases y eso es, como todos sabemos, una falta de respeto".
Perdón, pero ¿en qué parte me perdí? Un bostezo es un reflejo y como tal, imposible de controlar ¿o es que el día de mañana vamos a considerar una falta de respeto cagar, mear o llorar? La niña en cuestión es una alumna de excelente promedio, que por este tipo de anotaciones se quedará sin graduación por orden de la santa inquisición del Liceo. ¿No se le ocurrió plantearse al profesor que tal vez, y digo solo tal vez, su clase era enferma de fome, o que quizás, y digo quizás, la niña tiene problemas más urgentes que existir solo para faltarle el respeto a él, que le impiden tener un sueño normal?
Suma y sigue. El otro día una profesora decía que las niñas del liceo eran flaites porque se ponían en el poleron que hacen para finalizar su enseñanza media, su sobrenombre y no su nombre y apellido, como seguramente lo hacían las niñas del barrio alto… Por supuesto, la decencia va en el apellido, los romanos tenían razón, la ignominia es lo peor, no importa la droga dura que por ser cara, solo afecta a estos sectores de clase alta, ni toda cosa que se pueda ocultar entre las 4 paredes de algun colegio de elite, porque al parecer, solo los pobres son noticia cuando se trata de hacer portada de una desgracia... Una de las profesoras jóvenes remató la frase diciendo que debían dejarlas a todas sin graduación. Dios mío, ¿en qué momento el sadismo se convirtió en un atributo casi monopólico del sector docente? ¿En qué universidad aprendieron a discriminar de forma tan eficiente? ¿En el ramo de humillación? ¿De abuso de poder? ¿O de manipulación asistida?.
Ya no quiero ser más docente, quiero dejar de tratar de hablar con las paredes, no quiero seguir sintiendo esta verguenza que me produce pertenecer a uno de los gremios más indecentes de la historia. Y claro, la exepcion hace la regla, aunque aveces buscarla, sea como buscar una aguja en un pajar.
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06 noviembre, 2008
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14 octubre, 2008
SIMCE
1. ¿Por qué se usa el mismo instrumento para evaluar a todos los alumnos y alumnas del país, sin considerar que algunas escuelas tienen alumnos con problemas de aprendizaje y a los cuales se les aplica una evaluación diferenciada?
R: Por un principio de equidad. Todos los alumnos deben lograr los objetivos del currículo nacional. La prueba SIMCE es una evaluación estandarizada, es decir, igual para todos los estudiantes, a nivel nacional. Mientras que la evaluación diferenciada es una modalidad especial de evaluación para ciertos niños, a nivel de aula. El país necesita saber el nivel alcanzado por todos sus alumnos sin hacer diferencias en cuanto a sus logros de aprendizaje, ni a su grupo socioeconómico. ¿Se imaginan pruebas para niños de distinto grupo socioeconómico? O bien, ¿pruebas para niños con altos niveles de logros y otras para niños de bajo rendimiento? Esto va contra la equidad, porque significaría discriminar, esperar menos de algunos niños. Lo que se quiere es calidad e igualdad para todos, es por esto que se usa un mismo instrumento.
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