30 mayo, 2008

Revival


Dejavu. Pensar que hubo una época en que hacíamos muchas de las cosas que ahora miramos a otros hacer por la ventana. Época en que no importaba tomar cervezas todo el día y mirar el cielo azul de Concón, subidos arriba del techo, sin mas futuro que el atardecer que vendría luego, sin mas dilemas que decidir quien el próximo en ir a comprar. Nada era importante y a la vez cada segundo era trascendental

Estos viejos me tienen chata...

"En estos momentos estamos viviendo un cambio de paradigma, una transición entre una sociedad tecnológica a una sociedad informacional. Nunca antes el acceso al conocimiento ha estado al alcance de más personas; esto lleva a que el surgimiento de nuevos conocimientos no tenga que generarse necesariamente dentro de una elite cerrada. La educación se transforma por primera vez en una herramienta real para una mejor distribución del conocimiento y por ende del ingreso. La informática es una herramienta que les permite a los niños crear conocimiento (no solo adquirirlo). Esto ultimo esta ocurriendo en forma gradual e innata en los adolescentes, cuyos tipos de aprendizaje están mutando y reestructurándose. Los profesores en cambio, no solo no manejamos las TIC, sino que estamos quedando desplazados por este nuevo paradigma. Mientras no aprendamos a trabajar, a pensar y a planificar en red, difícilmente entraremos en contacto con nuestros alumnos. La retroalimentación de experiencias, más las lecturas sociológicas y antropológicas relativas a este nuevo paradigma nos pueden permitir participar en el debate, generando un análisis de nuestras propias experiencias en el aula".

"Si no adaptamos nuestras clases a este nuevo tipo de niño cibernauta, que tiene una forma transversal y en red de aprender, que construye sus redes sociales a través internet, que se cuestiona y cambia al mismo ritmo que la sociedad en la que vive, el sistema colapsará. Somos docentes con una formación positivista del siglo XIX haciéndoles clases a niños del siglo XXI, la brecha ya se manifiesta en una crisis profunda que va más allá de cualquier cambio de ley. El profesor debe aprender a enseñar en el idioma y con las herramientas que manejan los niños de este tiempo".

Hoy estaba redactando lo anterior, que es el marco teórico para el proyecto de innovación que presentamos todos los años a la Municipalidad, y de repente pensé. ¿En que idioma estoy hablando? Esto no lo entenderán mis colegas. Harán el curso, querrán a toda costa terminar luego, conversaran idioteces, pedirán el diploma certificado para que les paguen el perfeccionamiento y todo lo dicho ni siquiera les entrara por una oreja para salir por la otra. Ya van dos años de lo mismo.

Me sentí en la dimensión desconocida, pensando en un idioma y hablando en otro. Me acordé que noches atrás la nueva ministra dijo que detrás de un buen simce había un buen profesor: jajajaja, pensé, ingenua, se le van a tirar los lobos encima, alegando que la juventud esta perversa, que ganan malos sueldos, que ya nadie los respeta, que los niños están imposibles y que todo es culpa del sistema, de la Loce, de la Lge,de la delincuencia o de la derecha, pero jamás de ellos: pobres seres abnegados y sacrificados por los niños. ¡Nunca he visto un gremio con menos autocritica!.

Tengo que hacerme ver. Ya no puedo pensar objetivamente, no puedo dejar de pensar que los cabros son idiotas: ¿Cómo no se dan cuenta que todo su esfuerzo por demandar derechos que por cierto les corresponden, quedaran en nada con Lge o sin Lge, con lucro o sin lucro, porque el problema no esta ahí: el problema esta al inicio, cuando los que llegan a estudiar pedagogía no lo hacen por opción sino porque no les dio el puntaje para nada más y continúa cuando entran al aula y gustan del poder?. Se convierten en pequeños dictadores, pero no incorruptibles como Robespierre, sino mediocres como Cortes.

Solo me consuela tener la certeza que no soy la única loca. Mi amiga P, que estudió en la misma U, que probablemente cometió las mismas irresponsabilidades que yo en esa época sin dejar de pensar lo importante que es aprender en medio del caos, piensa lo mismo. El otro dia me dijo “¿Sabi que weona?, ¡estas viejas culias me tienen chata!” y acto seguido puso cara de asco. Yo sonreí. Ni siquiera se imagina lo bien que se siente saber que tu no eres el problema, o al menos no tu sola

28 mayo, 2008

Fuente: Andres Liberman

El tema de la calidad de la educación debe pasar necesariamente por un análisis muy detallado de lo que ocurre dentro de la sala de clases. El profesor y el alumno se unen en un proceso sumamente complejo que puede o no tener un resultado exitoso. Lo que se espera de los profesores en la sala de clases es entonces crucial.

Me gusta mucho la frase “you get what you pay for” (tú recibes lo que pagas), que es una forma de entender el hecho que los seres humanos responden a incentivos. Es interesante preguntarse pues ¿qué comportamiento se esperaría de los incentivos a los que se ven enfrentados los profesores? ¿Qué tipo de resultados sería deseable obtener? ¿Qué se puede hacer al respecto?

El Estatuto Docente, acordado en 1991 entre el Gobierno y el Colegio de Profesores, centralizó las decisiones sobre remuneraciones de los profesores del sistema municipal después de la liberalización total de principios de los 80. A muy grandes rasgos, y entre muchos otros detalles técnicos sobre los que no me considero experto (ver aquí), el Estatuto (i) fijó normas sobre cómo podrían ser contratados y (más importante) despedidos los profesores y (ii) fijó normas sobre cómo iba a ser remunerada la labor docente. En resumen, se hizo bastante dificil despedir a un profesor y el salario quedó fijado al tiempo de ejercicio de la profesión más que a variables de cumplimiento de objetivos. De esta manera, el Estatuto Docente fijó la estructura de inventivos a la que se ven enfrentados los profesores de educación básica y media.

En estricto rigor, el Estatuto vino también a saldar una deuda histórica con los docentes, quienes por largo tiempo vieron cómo sus sueldos reales descendieron a niveles francamente vergonzosos. Además. en los últimos años se ha agregado una compensación variable sujeta a una evaluación, pero esta evaluación parece ser poco transparente a la luz pública.

¿Qué comportamiento se puede esperar de una estructura de incentivos plana, que no premia el esfuerzo y que no castiga las faltas? Casi tautológicamente, el resultado esperable serían profesores vitalicios, inamovibles, poco motivados por perfeccionarse y poco propensos a innovar. También esperaríamos grupos de poder que defiendan estos privilegios (Colegio de Profesores) y una tremenda dificultad en la implementación de cambios. ¿Son estas observaciones coherentes con un sistema educacional de alta calidad? Creo que no.

Igual de importante que lo anterior es el hecho de que quienes están en el momento de decidir su carrera profesional observan esta estructura, y por lo tanto se produce una selección natural. ¿Quiénes postulan a pedagogía? Por un lado, los superhéroes: comprometidos, interesados y motivados, e indiferentes a sueldos planos. Por otro, quienes buscan una estructura de incentivos plana, que no premia el esfuerzo y que no castiga las faltas. ¿Es esto deseable? Probablemente, no. Mi inutición me dice que no podemos basar una política educacional en la buena voluntad de los profesores estrella. Además de que son escasos (están en la punta de la pirámide), es injusto no premiar su esfuerzo, pero más injusto aún es cohartar a priori el interés de quienes desean una carrera dinámica y vibrante, innovadora y con alto status, y no pueden encontrarlo en la pedagogía.

¿Qué sería deseable? Que se premie el esfuerzo. Que se valore la innovación por medio de una remuneración variable sujeta a metas (tema que involucra un análisis muy complejo, pero para lo que sí hay expertos en este país) y que se castigue con el despido a quienes incumplan. Que se exija un grado académico alto y se beque a los mejores alumnos interesados en pedagogía. Que se formen profesionales de alto nivel y viajen a pasantías de seis meses a los países más exitosos en materias educacionales.

Estas propuestas implican necesariamente re-diseñar el estatuto docente. Creo que, por lo menos, el tema debe ser incluido en las discusiones sobre mejora de la calidad. ¿Por qué no lo es? No dudo de la buena voluntad de los profesores, pero un tema tan serio como la educación no puede depender solamente de la buena voluntad.

fuente: Andres Liberman

27 mayo, 2008

El camino corto

No se si la democracia será el mejor sistema de gobierno.
Muchos pueden pensar que para Pericles era fácil hablar de igualdad teniendo toda una sarta de esclavos que hacían el trabajo mientras él se dedicaba a pensar, pero están equivocados: no era fácil. No es fácil entender que para lo que uno es obvio y hasta lógico, para otros no lo sea. No es fácil entender que las personas vayan por ahí por la vida sin más preocupación que frugalidades.

No se si la democracia será el mejor sistema de gobierno, pero sí tengo la certeza que es el menos dañino. Las dictaduras siempre serán dictaduras, no importa si sus intensiones son buenas. Y de todas formas siempre la violencia es el camino más fácil.

En mi liceo y otros emblemáticos como el Lastarria y el Carmela, la votación mayoritaria fue por el paro indefinido y sin embargo los establecimientos fueron tomados, incluso por los mismos CCAA, pasándose a llevar la decisión de la mayoría. Hoy como profesora asesora me sentí desilusionada cuando las niñas me plantearon esa posibilidad, pero más que nada como profesora de Historia. ¿No he sido lo suficientemente fehaciente al hablar acerca de que la democracia debe ser un estilo de vida, una forma de plantearse en las relaciones con los demás, una manera de comer, de dormir, de soñar, de entender el mundo, de subirse a la micro?. La democracia debe ser vista como un dogma y como un credo, y ser practicada lo mas talibanamente posible.

Con estas pequeñas interpretaciones o justificaciones acerca de lo que le conviene a la “causa”, al “movimiento” (sí, vuelven a resurgir aquellas viejas palabras tan manoseadas en otra época) no estamos más que desvirtuando fines que pueden ser maravillosos si llegan a concretarse, pero no de esa manera. No por el camino corto. No por el atajo. El fin jamás debe justificar los medios.

Porque lo que ocurre en estas circunstancias en que declamamos democracia pero no la practicamos; cuando no entendemos lo que significa representación sino a nuestro antojo, cuando creemos que tenemos más razón que el resto, es en ese mismo instante en el cual nos transformamos en lo mismo que estamos combatiendo.

Hoy me sentí desalentada por un momento. ¿Cómo hacerles entender que la democracia no puede ser sólo cuando mi opción es mayoría?

"Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los asuntos públicos
como en las rivalidades diarias de unos con otros, sin enojarnos con nuestro vecino cuando él actúa espontáneamente, ni exteriorizar nuestra molestia, pues ésta, aunque innocua, es ingrata de presenciar. Si bien en los asuntos privados somos indulgentes, en los públicos, en cambio, ante todo por un respetuoso temor, jamás obramos ilegalmente, sino que obedecemos
a quienes les toca el turno de mandar, y acatamos las leyes, en particular las dictadas en favor de los que son víctimas de una injusticia, y las que, aunque no estén escritas, todos consideran vergonzoso infringir".

Pericles

02 mayo, 2008

¿Contradicción biológica, incluso?

Es increíble la furia que uno tiene cuando es adolescente. En todas las épocas y en todos los lugares. No se si será el desorden hormonal propio de la edad (en parte creo que sí) o una cuestión de talibanismo en los principios que se da solo en la época de las espinillas, el chicle y el creer que uno tiene el monopolio de lo que es correcto.

Por eso no creo mucho en lo revolucionario de los jóvenes. Sí, estoy diciendo algo de proporciones inconmensurables que necesitará de unos argumentos muy buenos para no dejarme como la mamá de Jaime Guzmán.
Lo que pasa es que siento que es muy fácil ser rebelde a esa edad. Uno no tiene límites, y si los tiene, son impuestos desde fuera, por la sociedad como le decimos en esa época a las reglas de los padres, la escuela, los papas de los amigos y todo aquello que nos prohíba lo que queremos hacer. Se cree realmente que se pueden cambiar las cosas y que el mundo solo estaba esperándonos a nosotros para que le diéramos el vamos a la gran revolución planetaria. Recuerdo que una vez, en mis primeros años de Historia (efecto retardado) cuando escribir era más frecuente que fumar, hice una predicción acerca de mi futuro.

¿Qué me deparará el destino? Difícil augurarlo, solo tengo la certeza que Carlos V será una alpargata al lado de mí acontecer histórico, que Lenin quedará corto en transcendencia, ¡que Isabel ni que reina Victoria¡ Habrá un antes y un después de mi.

Y aquí estoy. Tomando el metro como cualquier otro ser humano (bueno ya, el taxi), mirando a los cabros cómo rompen el kiosco del caballero de la plaza Italia. Sorprendiéndome con la poca cultura general de mis alumnos y, sin embargo, viendo SQP los días feriados, el 133 en el Mega visión y pensando en cómo debe haberse reído de mi Carlos V en su tumba.
Creo que por ahí va la cosa, ingenuidad. Por eso, me gustaría mucho ver en que se convierten estos jóvenes en el futuro. Una persona que se mantiene joven no encaja en el mundo estructurado de los adultos, dimensiona las cosas desde otro punto de vista, por lo tanto los medios cambian pero el objetivo sigue siendo el mismo; y sea éste cual sea, ser feliz sin importarme el resto o pretender que el mundo sea más feliz. Ambos extremos inclusive sin excluir los matices varios. Mantener los mismos principios es ir por la vida con la espada de la intransigencia aplicándola a todo aquello que nos olía y nos huele a censura, corrupción, injusticia, abuso de poder, etc. La cuestión es que ahora estamos un poco más diestros en el arte de la esgrima.
¿Cuántos de nosotros nos hemos convertido en esos viejos retrógrados que tanto cuestionamos en nuestra época de juventud? ¿En qué magnitud muchos hemos aceptado cosas que antes repudiábamos, contradiciéndonos sin asco?.

El único de mi familia que no reniega de su pasado revolucionario es mi padre. Él sigue pensando que lo que una vez se trató de hacer con Allende todavía puede lograrse, y anda empujando a mis sobrinos a la calle en días de protesta estudiantil, los cuales lo miran desde sus notebook de última generación y le dicen “Ya Tata, más ratito”. Se emociona cuando habla Chávez (¡¡Chávez!!) y llora cuando ve a Evo Morales y dice: "Ese sí que es un verdadero Inca", otorgándole a la palabra connotaciones mesiánicas que nunca me imaginé pudiera tener.

No sé que será mejor. Lo único que se me viene a la mente es aquella deslucida y poco rebelde frase acerca de que todos los extremos son malos.

PD: Incluyo a los pokemones y cosas varias, entendiendo que ellos tienen su propia concepción de lo que es ser rebelde y para qué. Aunque no lo entiendan muy bien