28 mayo, 2008

Fuente: Andres Liberman

El tema de la calidad de la educación debe pasar necesariamente por un análisis muy detallado de lo que ocurre dentro de la sala de clases. El profesor y el alumno se unen en un proceso sumamente complejo que puede o no tener un resultado exitoso. Lo que se espera de los profesores en la sala de clases es entonces crucial.

Me gusta mucho la frase “you get what you pay for” (tú recibes lo que pagas), que es una forma de entender el hecho que los seres humanos responden a incentivos. Es interesante preguntarse pues ¿qué comportamiento se esperaría de los incentivos a los que se ven enfrentados los profesores? ¿Qué tipo de resultados sería deseable obtener? ¿Qué se puede hacer al respecto?

El Estatuto Docente, acordado en 1991 entre el Gobierno y el Colegio de Profesores, centralizó las decisiones sobre remuneraciones de los profesores del sistema municipal después de la liberalización total de principios de los 80. A muy grandes rasgos, y entre muchos otros detalles técnicos sobre los que no me considero experto (ver aquí), el Estatuto (i) fijó normas sobre cómo podrían ser contratados y (más importante) despedidos los profesores y (ii) fijó normas sobre cómo iba a ser remunerada la labor docente. En resumen, se hizo bastante dificil despedir a un profesor y el salario quedó fijado al tiempo de ejercicio de la profesión más que a variables de cumplimiento de objetivos. De esta manera, el Estatuto Docente fijó la estructura de inventivos a la que se ven enfrentados los profesores de educación básica y media.

En estricto rigor, el Estatuto vino también a saldar una deuda histórica con los docentes, quienes por largo tiempo vieron cómo sus sueldos reales descendieron a niveles francamente vergonzosos. Además. en los últimos años se ha agregado una compensación variable sujeta a una evaluación, pero esta evaluación parece ser poco transparente a la luz pública.

¿Qué comportamiento se puede esperar de una estructura de incentivos plana, que no premia el esfuerzo y que no castiga las faltas? Casi tautológicamente, el resultado esperable serían profesores vitalicios, inamovibles, poco motivados por perfeccionarse y poco propensos a innovar. También esperaríamos grupos de poder que defiendan estos privilegios (Colegio de Profesores) y una tremenda dificultad en la implementación de cambios. ¿Son estas observaciones coherentes con un sistema educacional de alta calidad? Creo que no.

Igual de importante que lo anterior es el hecho de que quienes están en el momento de decidir su carrera profesional observan esta estructura, y por lo tanto se produce una selección natural. ¿Quiénes postulan a pedagogía? Por un lado, los superhéroes: comprometidos, interesados y motivados, e indiferentes a sueldos planos. Por otro, quienes buscan una estructura de incentivos plana, que no premia el esfuerzo y que no castiga las faltas. ¿Es esto deseable? Probablemente, no. Mi inutición me dice que no podemos basar una política educacional en la buena voluntad de los profesores estrella. Además de que son escasos (están en la punta de la pirámide), es injusto no premiar su esfuerzo, pero más injusto aún es cohartar a priori el interés de quienes desean una carrera dinámica y vibrante, innovadora y con alto status, y no pueden encontrarlo en la pedagogía.

¿Qué sería deseable? Que se premie el esfuerzo. Que se valore la innovación por medio de una remuneración variable sujeta a metas (tema que involucra un análisis muy complejo, pero para lo que sí hay expertos en este país) y que se castigue con el despido a quienes incumplan. Que se exija un grado académico alto y se beque a los mejores alumnos interesados en pedagogía. Que se formen profesionales de alto nivel y viajen a pasantías de seis meses a los países más exitosos en materias educacionales.

Estas propuestas implican necesariamente re-diseñar el estatuto docente. Creo que, por lo menos, el tema debe ser incluido en las discusiones sobre mejora de la calidad. ¿Por qué no lo es? No dudo de la buena voluntad de los profesores, pero un tema tan serio como la educación no puede depender solamente de la buena voluntad.

fuente: Andres Liberman

1 Comment:

El cronista de la O' said...

Tengo que disertar de la L.G.E.: cuál crees tú que son los 3 puntos más importantes y por qué? Si podí, envíame un e-mail, por fa!!