22 marzo, 2008

Hutus y Tutsis, o cómo los Belgas civilizaron Ruanda

¿Cómo podemos seguir levantándonos en las mañanas, lavándonos los dientes, dejando correr el agua de la ducha? ¿Cómo podemos seguir riendo a carcajadas, yendo al trabajo, tomando la micro, el taxi, el metro? ¿Cómo podemos seguir respirando, comiendo, durmiendo, amando?.¿Cómo podemos seguir rezando sin caer aniquilados ante el peso de la culpa?


Cuando los Belgas llegaron a nombre de la Sociedad de Naciones y tomaron lo que serían sus colonias en África, separaron a los negros nativos en dos grupos: los hutus y los tutsis. Etnias que ya existían, pero entre las cuales, los blancos conquistadores institucionalizaron el odio y el razismo.
Les median la nariz, la altura, el largo de los huesos: aquellos que tenían menos rasgos negroides se transformaron en los tutsis, colaboradores de los belgas. Luego de la descolonización, los belgas abandonaron África y en Ruanda el poder quedó en manos de los hutus. En medio de una sociedad estamental y razista creada por los blancos, los hutus buscaron venganza.

Han pasado más de 200 años desde la colonización de África y más de 50 desde la descolonización y sin embargo, en 1994 ocurrió una de las masacres más grandes de la era moderna: Los Hutus comenzaron a matar a los tutsis, empezando por el presidente. Para llevar a cabo el genocidio, los hutus utilizaban machetes. Un tutsi no se merecía el gasto de una bala.

Cualquiera denunciaba a su vecino, cualquiera agarraba un cuchillo y cobraba venganza por los cientos de años de esclavitud. No importaba que fueran sus hermanos, una misma raza, un mismo pueblo, una misma historia. Niños, mujeres, enfermos, ancianos, religiosos: mientras fuera tutsi, era un enemigo. ¿Cómo los reconocían después de años de mezcla racial?. En el documento de identidad oficial decía qué era cada cual: si tutsi o hutu. En Ruanda la genealogía se juzga por la línea paterna, por lo tanto en los casos de matrimonios mixtos, si el padre era hutu y la madre tutsi el niño no era concebido como meztiso, sino como hutu, en caso contrario, como tutsi, norma institucionalizada por los blanco antes de abandonar el poder.

En 1994, cuando estalló el conflicto, las fuerzas internacionales llegaron a Ruanda, pero sólo para evacuar a los ciudadanos blancos y devolverlos a sus países de origen, con órdenes de no intervención. Kofi Annan, futuro Secretario General de las Naciones Unidas, les ordenó mantenerse al margen y se ordenó la retirada de lo cascos azules, dejando a la población civil sin protección.
¿Qué peso puede tener Ruanda en la ONU, en el FMI, en la Comunidad Económica Europea? ¿Qué ayuda puede merecerse un país que esta en medio de la nada, que no afrece petroleo, oro ni ya tampoco, mano de obra barata?.
Ese mismo día, Bélgica y Francia, sacaron del país a todos sus nacionales, sin preocuparse de los ruandeses, ni siquiera de los que trabajaban en sus empresas. Miles tuvieron que presenciar cómo sus seres queridos eran salvajemente descuartizados, y sin la más mínima esperanza de ayuda: los blancos no intervendrían. Ya habían civilizado su parte de África.
Poco sabe el mundo de esta historia. No eran judíos los asesinados, dueños de grandes fortunas internacionales. Tampoco eran occidentales víctimas de la salvajada tercermundista. No eran palestinos siendo masacrados en desventaja dentro de su propio territorio. No eran ballenas en peligro de extinción. No eran grupos raciales europeos peleándose con uñas y dientes como en la ex Yugoslavia, grupos que pudieran interferir en el viaje de los turistas por Europa. Nada en Ruanda es Patrimonio de la Humanidad, no hay una tumba de Dioclesiano, ni una pintura de Da Vinci, ni una iglesia del gótico que defender de los estragos de la guerra. Ruanda era nada y lo peor de todo es que sigue siendo nada

Grégoire Kayibanda fue el primer presidente de una Ruanda liberada del dominio colonial. Los datos de crecimiento económico y estabilidad social eran esperanzadores. A pesar de las diferencias acumuladas durante siglos, tutsis y hutus lograban convivir sin llegar a enfrentamientos generalizados. La masa campesina accedía a la enseñanza y el país, sin demasiados recursos, progresaba. Aun así, los tutsis partidarios del régimen monárquico en el exilio se organizaron en los países limítrofes y lanzaron diversos ataques contra el gobierno ruandés, sin mucho éxito. El odio entre partidarios de la república, de mayoría hutu, y partidarios del régimen anterior a ésta, mayormente de la etnia tutsi, aumentaba y aunque todavía, al principio de la década de los 70, el enfrentamiento no era exarcerbado, ya se estaba fraguando una división étnica pronunciada que produciría conflictos mayores.

En octubre de
1990 el Frente Patriótico Ruandés, compuesto por exiliados tutsis expulsados del país por los hutus con el apoyo del ejército, invade Ruanda desde su vecino Uganda. En 1993 los dos países firman un acuerdo de paz y en Ruanda se crea un gobierno de transición compuesto por hutus y tutsis.

En
1994 las milicias hutus, llamadas Interahamwe, que habían adquirido formación militar en los Estados Unidos son entrenadas y equipadas por el ejército ruandés entre arengas y ánimos a la confrontación con los tutsis por parte de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas (RTLM) dirigida por las facciones hutus más extremas. Estos mensajes incidían en las diferencias que separaban a ambos grupos étnicos y, a medida que avanza el conflicto, los llamamientos a la confrontación y a la "caza del tutsi" se hicieron más explícitos, especialmente a partir del mes de abril en el que se hizo circular la historia de que la minoría tutsi planeaba un genocidio contra los hutus. a través del programa IMET, lo que coloca al país norteamericano del lado de la población tutsi y de Uganda. Sin considerar que por aquel entonces, Estados Unidos era el principal proveedor de armas del ejercito rwandés

En el momento del inicio de la matanza la milicia ruandesa estaba compuesta por 30.000 hombres (un miembro por cada diez familias) y organizados a lo largo del país con representantes en cada vecindario. El
genocidio fue financiado, por lo menos en parte, con el dinero sacado de programas de ayuda internacionales, tales como la financiación proporcionada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional bajo un Programa de Ajuste Estructural. Se estima que se gastaron 134 millones de dólares en la preparación del genocidio -- ya de por sí una de las naciones más pobres de la Tierra -- con unos 4,6 millones de dólares gastados sólo en machetes, azadas, hachas, cuchillos y martillos . Se estima que tal gasto permitió que uno de cada tres varones hutus tuviera un machete nuevo.

En abril de
1994 el asesinato del general Juvenal Habyarimana y el avance del Frente Patriótico Ruandés (hutus) desencadena una multitud de masacres en el país contra los tutsis obligando a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas. Muchos de los 5.000 niños nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados.

Considerando todos los datos y testimonios que se poseen acerca del genocidio de Ruanda, hay que aclarar que éste no fue exactamente un genocidio de hutus por un lado contra tutsis, por otro, sino que una falange radical y mayoritaria de la etnia hutu fue la que preparó el aniquilamiento masivo tanto de tutsis como también de hutus moderados u opositores del régimen del Habyarimana y cercanos al Frente Patriótico Ruandés (FPR). Por lo tanto, el genocidio no fue sólo de carácter étnico sino también político. Por otro lado no debemos olvidar que también hubo entre las víctimas miles de ciudadanos de la etnia hutu muertos a manos del FPR. Pese a todo, está claro que los tutsis fueron masacrados: se eliminó al 75% de la etnia durante el genocidio.Para evaluar el conflicto y poder conocer las pérdidas en vidas humanas, las Naciones Unidas, la organización de Médicos por los Derechos Humanos (PHRUSA) [7] (ONG encargada de hallar sobre el terreno pruebas fehacientes de que hubo genocidio a petición del Tribunal Internacional de La Haya y que llegó a exhumar en una sola fosa hasta 500 muertos, la mayoría asesinados a machete) y otros organismos, realizan diversos estudios y acuerdan que fue durante los meses de abril, mayo, junio y julio de 1994 (más o menos 100 días) cuando se produjeron la mayoría de los asesinatos que costaron la vida a 800.000 ruandeses. Por último, la comisión de expertos de la ONU encargada de investigar las matanzas, aun reconociendo que tanto los tutsis como hutus habían cometido "crímenes contra la humanidad"

1 Comment:

El cronista de la O' said...

Grande Checha, he estado días queriendo decirte aLgo, pero no sé por qué no puedo acceder.
Grande, Checha, te escrito mil veces estas mismas ideas:
- que prolífero es tu blog
- gracias por recordarme de estas "HISTORIAS"
- felicitaciones por tu evaluación
- tu me haces pensar que las letras viscerales nunca se extinguirán. Nunca!!!
- y, te recuerdo esta semana, como la más "puntuda" de fines de los '80, en el Liceo. A mi grupo, pánfilos, les daba gracia. Y a mi, en particular, mucha energía, mucha fuerza. De verdad!!

Chau, Checha y no dejes de escribir nunca! No te mueras nunca!, como dicen los argentinos.