05 marzo, 2008

¿Cuándo los genios han sido parte de las "normas"?

Otra vez el laburo, la pega, el empleo, el trajín o como quiera que se llame a lo que uno hace gran parte de la vida para ganarse el sustento. Gracias a Dios, habemos algunos que amamos lo que hacemos, que no nos pensamos en otro oficio y que más allá del cheque de fin de mes, nos queda la satisfacción que estamos haciendo un intento, aunque sea pequeñito, aunque sea estéril, de cambiar el mundo. No nos importan los resultados, al menos no tanto como el hecho de saber que nos iremos al más allá con la conciencia de al menos haberlo intentado.

Y otra vez la tontera, la estupidez de tener que hacerles creer a los niños que si tienen el pelo fucsia, los pantalones abajo, aros que no estén necesariamente en las orejas, van a tener menor capacidad intelectual, porque en el fondo la discriminación va por ese lado. Uniformar, que nadie tenga su propia identidad porque lo contrario es un peligro. Enseñémosles a no pensar. Y me da furia no tener argumentos razonables para rebatirles más que el clásico “son las normas”.

El año pasado fue grande el costo de ir contra la mayoría de los profesores. No hay gremio más militar que el docente: todos se cuadran contra un mismo objetivo: los alumnos. O al menos la gran mayoría, para que vamos a generalizar. ¿O serán cosas de la comuna?. Hoy escuchaba en el ascensor a unas colegas que decían “¿Y viste a la fulanita del 3ro bla con el pelo rojo? ¡Parece payaso!. Mañana le dije que no la dejaría entrar a mi clase si venía igual!". Me dieron unas ganas de decirle “Sra. y Ud. ¿no se ha mirado al espejo?”

T dice que el problema soy yo: no se puede ser docente y ser antisocial al mismo tiempo. Pero es lo que hay. Creo que no existe nadie más antisistema que yo. El otro día en consejo le decía a una amiga: “Si Einstein estuviera vivo y trajera a su hija al liceo no lo dejarían entrar”. "¿Por qué?" me respondió. "Por la pinta po". Pensarían que es un hippie vagabundo, un vendedor ambulante, un temporero, un vendedor de helados, pero jamás pensarían que es el uno de los hombres más inteligentes que ha existido en la Historia.

Ayer se me acercó una niña de mi jefatura (4to) y me dijo que quería pedirme algo en privado. Me dijo que uno de sus nombres era Juana, que a ella no le gustaba y que si yo podía ponerla en la lista sólo con su otro nombre. "Por supuesto", le respondí. Hoy, para mi más absoluta sorpresa, una de las representantes de la represión en el liceo me dijo molesta. “Ud. no puede hacer eso, la niña se llama Juana y mala suerte. Que le reclame a la mamá o que vaya al registro civil y se cambié el nombre". Y volvió a poner con letras bien grandes en el libro JUANA. Parece que lo que hice fue peor que activar el Vesubio.

¿Es posible argumentar con alguien cuyo coeficiente intelectual es menos que limítrofe?. Sólo le falto decirme "¡Juana, Juana, se llama Juana, lero, lero!"
Gracias a Dios, antes de eso había tenido clases con la MF, la C, la N, la A y otras tantas personitas que hacen que valga la pena tener que cerrar la boca y guardarse el ¡¡¡ vieja concha e’ tu madre ándate a la chucha!!! bien adentro, sonreír, pedir disculpas, tomar el ascensor y salir corriendo como si la cosa fuera una pandemia


Y pucha que cuesta.

1 Comment:

wilwarin said...

En el fondo a veces pienso, que estas señoras no tienen nada mejor que hacer que andar mirando a los alumnos en ves de hacer verdaderas clases, en el fondo...o la verdad no se si me enorgullese estar en un colegio que aceptan todo tipo de diversidad quisas si quisas no


Saludos