23 diciembre, 2007

De cabo a General

Los colegios de nuestro país tienen un gustillo a cuartel militar que casi pasa desapercibido. ¿Qué es eso de la formación al estilo legión romana?. Dicen que tiene que ver con la formación de disciplina. Mentira. El pelo corto en los varones y si lo llevan largo, tiene que ir bien presentado ¿Por qué?, ¿aprenderán menos los alumnos si no se peinan?. Y no se trata de una cuestión de higiene porque “el bien presentado” siempre queda al arbitrio del inspector o profesor de turno, jamás al alumno que es el portador de su propio pelo.

Las niñas no pueden ir pintadas, ni usar pircing, ni usar cortes de pelo muy extravagantes o colores no tradicionales. Estoy completamente segura que jamás me enseñaron en la Universidad el equivalente a cuantas neuronas matan los ojos pintados o el pelo verde. El asunto es homogeneizar, que pierdan su identidad, y ojala que no piensen, sino lo que la escuela quiere que piensen.

¿Y el acto de los días lunes?. El articulo 26 de nuestra Constitución me dice que debo honrar los símbolos patrios, pero no dice cómo, ni hace mención tampoco a qué institución es la que zanjará el asunto. ¿Por qué se debe cantar una canción y perder muchos minutos de nuestras vidas honrando a un palo y a un pedazo de género?. Porque al menos para mi, la patria no es eso, es mucho más y el sólo pensar que debo enseñar a los niños esto me ofende.

En el invierno asistí a un curso de perfeccionamiento impartido por una Universidad Privada. La “docente” a cargo de dictarlo comenzó a quejarse de un alumno que asistía a sus clases en la universidad con Joki y lentes oscuros. Ella un día le dijo que no lo iba a admitir más en sus clases así, a lo que el alumno respondió “Por viejas culias como vos, esta la educación como esta”. Para finalizar la historia, las palabras de la colega fueron “menos mal que ese niño se fue, ¿se imaginan la clase de profesor que habría sido”.

Sí, me lo puedo imaginar. Estoy segura que Einstein y Diógenes no habrían tenido problemas con él, es más, habrían sido tan brillantes como fueron. Pero en la clase de la vieja culia no.

Y ese gusto de llamar a todo el mundo por los apellidos, como si los niños no tuvieran nombres que los identificaran, como si pronunciar un Catalina, o un Andrés, hiciera que confraternizaran con el enemigo. Los reglamentos de los colegios y liceos están llenos de enunciaciones negativas: “No se permite...”, “Esta prohibido...”, "Se sancionará...".

Las niñas deben sentarse como señoritas. ¿Cómo se sientan las señoritas?. ¿Las indicaciones las dio alguien como Sartre o Platón? Porque o si no, no me la creo. Pienso que si estoy tirada de guata en el suelo, tengo exactamente las mismas posibilidades de aprender que si estoy colgando de la lámpara o sentada arriba de la mesa.

Es tan estrecha la definición que manejan los colegios sobre disciplina. Se reduce a estar sentado derecho toda la jornada, no hablar, no moverse, copiar lo que dicta la profesora, no interrumpir al profesor y mucho menos contradecirlo. Y sobretodo esto último, no estar de acuerdo con el profesor es faltarle el respeto. ¿Se habrán imaginado los jóvenes que tienen derecho a pensar distinto que lo que piensa el educador? Ilusos. Disciplina me suena a displicente, a desplazado, a servicio militar obligatorio.

Me faltaría blog para enumerar la cantidad de veces en que he visto profesores faltarle el respeto a sus alumnos. Y sin derecho a apelación porque el maestro tiene la razón, siempre tiene la razón y si no la tiene ocupa la fuerza de la sanción.

El viernes una alumna de Primero medio, a la cual echaron del liceo me dijo. “Profe, ellos no tienen derecho a humillarla a uno, a tratarla de cabra rota, rasca, a decirle poblacional” Y se le quebró la voz. Ahí me quedé, pensando que todos los años de Universidad no habían valido la pena.

¿Y qué hace uno al respecto?. Tratar de apoyar a estos proyectos de adultos y darse cabezos en la pared porque ¡ay del profesor que se oponga a sus congeneres!. Será lapidado por alta traición. El sistema te hará mierda. Te partirá en pedacitos y no te renovará el contrato.

Es triste ser profesor en estos tiempos. Si no fuera por los alumnos, hace rato que habría desertado de estos cuarteles militares que llaman pomposamente “establecimientos educacionales”.

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